Por:
Tairé del Carmen Hall
La imagen que nos ofrece la muy concurrida calle “sal
si puedes”, ubicada entre las avenidas B y Central, en Santa Ana, nos remonta a
un viejo estilo de comercio callejero en el corazón de la ciudad de Panamá.
Dominado, en su mayor parte por chinos emigrantes, el
estrecho callejón, tuvo en épocas pasadas un gran auge con la construcción del
ferrocarril y del canal desde finales del siglo XIX, para posteriormente,
convertirse en casa de extranjeros como españoles, indios, italianos, judíos y
árabes, quienes encontraron allí, una
forma rentable de negociar.
Dejando atrás las arcaicas formas de negocios que
dieron paso a la gran metrópolis que poseemos actualmente entre rascacielos y
mega proyectos inmobiliarios de lujo frente a la muy codiciada bahía de Panamá;
dándole paso a la febril actividad empresarial de comercio de todo tipo, en el
cual podemos mencionar: un canal, la primera flota mercante del mundo, un
centro bancario internacional, una zona de libre comercio que es uno de las
principales bases continentales de reserva y reexportación de mercancías, siete
puertos privados, un ferrocarril interoceánico, y decenas de casinos. También
cabe señalar que ha sido uno de los más importantes paraísos fiscales de la
región. Panamá se colocó en 2011 a la cabeza del crecimiento económico de
América Latina y el Caribe, con un incremento de 10,6% del Producto Interno
Bruto, frente a 9,2% en 2010, según el Instituto de Estadística y Censo (INEC)
del país.
A pesar de que Panamá esta posicionado en el segundo
lugar de Latinoamérica con mejores índices de competitividad, la cruda realidad
es que existen dos lados en una moneda y la segunda de estas es la miseria y la
pobreza en que se encuentran sumergidos casi el 40% de su población; problemas
como la falta de agua, la canasta básica familiar que cada vez aumenta más y
más, el transporte público, la corrupción de los gobiernos y los bajos salarios
son el diario vivir del panameño que sin tregua reciben día con día los golpes
provocados por una mala administración de los bienes públicos.
“Es cierto: Panamá es el país de los negocios",
subrayó el panameño Juan Jované, Profesor de Economía de la Universidad de
Panamá. “Pero la distribución de la riqueza es pobre, es una de las peores en
América Latina, aunque hay una riqueza per cápita buena. Y eso puede causar
problemas sociales… ya vemos algunos", declaró. “Tenemos un grupo digamos
que de personas inempleables… que ya no cuentan en las estadísticas en las
regiones indígenas hay 99% de pobreza”, aseguró el dirigente.
De los 3,3 millones de habitantes, un 40% sufre
distintos rangos de miseria y marginación. Con una población económicamente
activa de poco más de un millón de panameños, el desempleo supera el 5%, lo que
agudiza la tensión social en un caldero político que, con frecuencia, agita las
aguas panameñas y recuerda costumbres artesanales de los negocios en la vieja
Sal si puedes pero en una tierra empeñada en convertirse en una potencia en Latino
América.
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